Albert Rivera: 'Una ley de hipócritas'
'Una ley del siglo XXI impulsada por un gobierno socialista debería aspirar a que la igualdad de oportunidades sea una realidad. Desgraciadamente Montilla es más nacionalista que socialista.'
La semana pasada se aprobó la Ley de Educación de Cataluña, una norma que con el apoyo de PSC, CIU y ERC convierte el catalán en la única lengua en la que se aprenderá en las escuelas públicas y concertadas catalanas. En cambio, en esta ley el castellano queda relegado de facto a lengua extranjera, ya que tan solo se impartirán dos horas de castellano a la semana mientras se impartirán tres en inglés. Es decir, que en una sociedad catalana donde la mayoría de sus ciudadanos tienen como lengua materna el castellano ésta pasa a ser prácticamente inexistente en las aulas. ¿Se imaginan que en Francia o en Italia no se pudiera enseñar en francés o en italiano en la Bretaña o en la Toscana? Surrealista, pero es lo que han aprobado Montilla, Puigcercós y Mas para una parte de España: Cataluña.
Mientras el presidente Zapatero, amparándose en su mala fe o en su ignorancia o en ambas cosas a la vez nos acusa de querer romper la paz social a los que defendemos el trilingüismo en las aulas, pero teniendo que tragarse el sapo de ver cómo sus colegas socialistas del PSC el decreto de la tercera hora de su ministra Cabrera se lo saltan a la torera.
Pero lo más cínico de esa situación es que los dirigentes políticos que impulsan esta norma discriminatoria quieren que los padres que no pueden llevar a sus hijos a los centros privados, es decir, el 99% de los padres catalanes, se conformen con ver cómo sus hijos solo aprenden en una lengua y que además solo puede ser el catalán, pero, mientras, el Sr. Montilla o el Sr. Mas llevan a sus hijos a colegios privados alemanes o franceses, donde se imparten clases en castellano, catalán y alemán o francés. Es decir, monolingüismo impuesto para las clases medias y los más desfavorecidos, y para la élite política y sus hijos, trilingüismo.
Si los mejores resultados los obtienen los colegios privados que imparten clases en tres lenguas, que respetan al profesorado y que estudian contenidos más globales y menos localistas, deberíamos aspirar a que todos los alumnos catalanes pudieran disfrutar esos criterios de excelencia, no unos pocos que por suerte se lo pueden permitir.
Afortunadamente he estudiado en colegios públicos y concertados y en universidades públicas y privadas; he podido comprobar cómo las diferencias siguen existiendo. Una ley del siglo XXI impulsada por un gobierno supuestamente socialista debería aspirar a que la igualdad de oportunidades sea una realidad. Desgraciadamente Montilla es más nacionalista que socialista, es más partidario de una escuela catalanista que de una escuela de calidad para todos los catalanes.
Por lo menos yo podré decir a mis hijos -el día que los tenga- que su padre votó en contra de aquella ley de hipócritas.
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